Caritas, una luz en Venezuela: apoyo concreto ante la crisis
Sofía Lobos- Ciudad del Vaticano
La situación en Venezuela sigue empeorando. A lo largo de 2017 y 2018 se estima que más de 2,3 millones de personas han abandonado el país, huyendo de las extremas condiciones de pobreza, violencia e inseguridad social.
Panorama crítico para los más pobres
Buscan refugio en tierras extranjeras como Colombia, Brasil, Estados Unidos, Ecuador, Perú, Panamá, Argentina, Uruguay, México y España; con la esperanza de poder construir un futuro mejor.
Pero no todos consiguen cruzar las fronteras. Para quienes no pueden abandonar sus hogares pero padecen las consecuencias de la crisis, Cáritas de Venezuela actúa de manera concreta llevando apoyo económico y espiritual, a los más pobres y olvidados de la sociedad.
El panorama es crítico: se han declarado alarmas socio-sanitarias por falta de medicamentos en la mayoría de los hospitales, lo que ha desencadenado que las epidemias (sarampión y malaria entre otras) sean una amenaza para la población que sigue en el país y también para la que se desplaza a otros destinos.
Por otra parte, la falta de asistencia médica y el reducido acceso a los servicios básicos genera cada día brotes de violencia en las calles.
Cáritas, luz en Venezuela
A pesar de las desalentadoras condiciones que marcan un ambiente social tenso y estancado; sacerdotes, profesionales y miles de voluntarios se han unido a Caritas de Venezuela, en diversas diócesis y parroquias para atender y socorrer a niños, mujeres embarazadas y a las personas más vulnerables.
Pope comparte el testimonio de Linsabeth Suárez, una joven voluntaria de la organización que colabora distribuyendo alimentos en las comunidades y en el banco de medicinas. "Ver la sonrisa de los niños y de sus madres cuando realizamos nuestra labor, nos da fuerza para levantarnos cada día".
Sobre el aporte solidario que se realiza en el terreno, el Presbítero Omar Gutiérrez, Director de Caritas Diocesana de la ciudad de Barquisimeto; destaca que lo fundamental es aprender a compartir la vida, "no sólo llenar los estómagos", sino también acompañar al prójimo en el sufrimiento.
Se trata, en definitiva de un esfuerzo de bondad de la Iglesia católica, que tanto dentro como fuera de Venezuela, trabaja para sostener a los hermanos más necesitados.
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