El clima y la guerra matan de hambre al mundo. Informe Cesvi 2024
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En el mundo, 148 millones de niños sufren retraso en el crecimiento, 45 millones están deshidratados y casi 5 millones mueren antes de cumplir los cinco años, como si cada año desapareciera en Italia toda la población de cero a diez años. Con motivo del Día Mundial de la Infancia -este año dedicado al tema «Escucha el futuro»-, Cesvi dio a conocer el Índice Global del Hambre 2024 (Ghi), uno de los principales informes internacionales sobre la medición del hambre en el mundo, elaborado anualmente por un consorcio de organizaciones humanitarias.
Los nacimientos y los recién nacidos, primeras víctimas
Del informe, editado por Cesvi para la edición italiana, se desprende que la inseguridad alimentaria aguda y el riesgo de hambruna van en aumento y los primeros afectados son los niños, que sufren los efectos del hambre ya en los primeros días de vida o incluso antes de nacer. De hecho, la desnutrición infantil está estrechamente relacionada con la desnutrición materna y hay más de 9 millones de mujeres que sufren desnutrición aguda durante el embarazo o la lactancia, con graves daños para la salud de sus recién nacidos. Roberto Vignola, subdirector general de Cesvi, comentando los datos del Índice Global del Hambre con los medios vaticanos subraya que no solo la situación es grave a nivel mundial, sino que se están erosionando todos los avances que se habían conseguido hasta 2016.
El hambre, el futuro negado
Las consecuencias de la desnutrición se agravan aún más en los primeros años de crecimiento: hay más de 36 millones de niños desnutridos menores de 5 años y entre ellos más de 9 millones sufren desnutrición severa. El Índice Global del Hambre 2024 también muestra que en 27 países los niveles de retraso en el crecimiento son tan elevados que resultan muy preocupantes para la salud pública: la situación más grave se da en Burundi, Yemen y Níger, donde cerca de la mitad de los niños sufren retrasos en su desarrollo normal debido precisamente a la desnutrición.
El hambre y las guerras se autoalimentan
Todavía estamos muy lejos del objetivo de «Hambre Cero» para 2030. Incluso este año, millones de niños en todo el mundo han padecido hambre con resultados que pueden ser fatales. Este escenario se ve agravado por la proliferación de conflictos armados: casi 2.000 millones de niños viven en un país en guerra. La situación más grave se da en el continente africano, donde 181 millones de niños viven en países envueltos en crisis armadas. La guerra -explica Roberto Vignola- produce daños muy graves en las infraestructuras, los servicios sanitarios, y pone en entredicho la propia seguridad alimentaria porque faltan cadenas de suministro. En África, por ejemplo, tenemos crisis muy importantes como la de Sudán, que es el tercer conflicto más importante por el número de personas afectadas, donde casi 9 millones de niños viven en condiciones de inseguridad alimentaria severa y 700.000 de ellos menores de cinco años están en riesgo de muerte; del mismo modo, en Gaza, el 97% de la población se encuentra en condiciones cercanas a la hambruna».
El factor climático
Otro problema muy grave es el vinculado a las perturbaciones climáticas: según el informe Cesvi, 1.000 millones de niños en el mundo están en peligro debido a las consecuencias de la crisis climática; 739 millones viven en zonas con escasez elevada o extrema de agua potable y 436 millones en zonas de difícil acceso a las fuentes de agua. «El vínculo entre el cambio climático y las guerras es evidente. - En el momento en que los recursos empiezan a agotarse, debido a sequías o inundaciones prolongadas, las comunidades entran en conflicto», subraya el director general adjunto de Cesvi. Al menos 20.000 niños se ven obligados a abandonar sus hogares cada día a causa del cambio climático. «El fenómeno del desplazamiento climático - añade Vignola - también se convierte en un elemento de conflicto, sobre todo por la insuficiencia de los recursos disponibles».
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